martes, 28 de septiembre de 2021

Y ahora, ¿quién podrá defenderme?

                                                                                                                                                                                                                                                             <ENGLISH>




 28 Septiembre


Y ahora, ¿quién podrá defenderme?

 


¡La Palabra de Dios te ayuda!

Por Riqui Ricón*

Profetizaron Hageo y Zacarías hijo de Iddo, ambos profetas, a los judíos que estaban en Judá y en Jerusalén en el nombre del Dios de Israel quien estaba sobre ellos.  Entonces se levantaron Zorobabel hijo de Salatiel y Jesúa hijo de Josadac, y comenzaron a reedificar la casa de Dios que estaba en Jerusalén; y con ellos los profetas de Dios que les ayudaban (Es 5.1-2).

Esos fueron días muy difíciles para el pueblo de Israel: después de 70 años de haber sido destruido el templo y la ciudad de Jerusalén por causa de sus pecados e incredulidad, ellos seguían cautivos y llenos de temor. A pesar de contar con la orden y el propósito expreso del rey Ciro para reedificar el templo (y con ello sus vidas), las circunstancias y los enemigos los habían amedrentado a tal grado que estaban inmovilizados.

A pesar del miedo que tenían de los pueblos vecinos, colocaron el altar en su mismo sitio. Y todos los días, por la mañana y por la tarde, ofrecían holocaustos al SEÑOR (Es 3.3 NVI).

Estando en esta condición Dios envía Su Palabra y les fortalece animándolos a que pongan manos a la obra. Curiosamente, fueron los profetas quienes les ayudaban, con la Palabra de Dios.

Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios (Ro 10.17).

Y les dijo: ¿No sabéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas? El sembrador es el que siembra la palabra (Mar 4.13-14).

La parábola del Sembrador es la clave para entender TODO el mensaje de Salvación contenido en la Biblia.

Esta es, pues, la parábola: La semilla es la palabra de Dios (Luc 8.11).

El Secreto de todo está en que la Palabra de Dios es la semilla que se siembra en tu corazón, y tú eres esa buena tierra dispuesta ya a dar fruto a ciento por uno.

Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra (Eze 36.26-27).

Al haber aceptado a Jesucristo como tu Señor y Salvador, Dios te hizo Nacer de Nuevo quitándote el viejo y malvado corazón que antes tenías para darte un Nuevo corazón conforme al Suyo.

Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe (1 Jn 5.4).

Estimado(a) amigo(a), si el día de hoy estás enfrentando cualquier tipo de problema: enfermedad, deudas, pobreza, soledad, conflictos familiares, divorcio, trabajo, miedo, depresión, etc., aquí tienes el consejo más práctico y exitoso para salir victorioso(a) de todas esas circunstancias: lee, estudia y medita la Biblia, que es la Palabra de Dios.

¡Deja que la Palabra de Dios te ayude!

Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).

Esta es la instrucción que Dios te da. Este es el secreto que tu Padre te entrega para que conozcas la clave del éxito, mediante el cual harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien.

Pon la Palabra de Dios en tu mente, boca y corazón. Esto producirá la fe que tu corazón necesita y quitará la duda, el temor y el desánimo que pretenden paralizarte. Te aseguro que haciendo esto, te darás cuenta que en Verdad TODO lo puedes en Cristo que te fortalece y que en TODA circunstancia saldrás más que vencedor(a) por medio de Aquel que te amó, Cristo Jesús.

Así pues, la fe nace al oír el mensaje, y el mensaje viene de la palabra de Cristo (Rom 10.17 DHH).

La Biblia produce fe y fe es lo que tu más necesitas, pues sólo la fe es la Victoria con que vences al mundo y sus problemas.

Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios,  de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía (He 11.3),

La Palabra de Dios es la semilla que nutre y protege al embrión de la fe y la fe (creerle a Dios, creyendo Su Palabra) es la fuerza más poderosa del universo y el Padre la puso a tu entera disposición.

Cuando el día comenzó a refrescar,  oyeron el *hombre y la mujer que Dios andaba recorriendo el jardín;  entonces corrieron a esconderse entre los árboles,  para que Dios no los viera. Pero Dios el Señor llamó al hombre y le dijo:   ¿Dónde estás?  El hombre contestó:   Escuché que andabas por el jardín,  y tuve miedo porque estoy desnudo.  Por eso me escondí (Gen 3.8-10).

Por el otro lado, el miedo y el temor también son una fuerza espiritual, es la fe corrompida por la incredulidad a la Palabra de Dios que Satanás sembró en Adán y Eva en el huerto del Edén. Desde entonces, el diablo utiliza, con gran éxito, la duda y el temor  para mantener cautivos a los que ignoran la Palabra de Dios y viven cautivos a la incredulidad.

Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos;  y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Jn 8.31-32).

Lo único que realmente te puede conducir a realizar una Vida Plena y en Libertad, es que te mantengas firme y constante en la Palabra de Dios, en la Biblia.

Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio (2 Ti 1.7).

De acuerdo a la Biblia, tu Nueva Naturaleza es la de un(a) legítimo(a) y genuino(a) Hijo(a) de Dios, y no la de un(a) cobarde. El Poder, el Amor y el dominio propio característicos de la naturaleza divina (Hijo(a) de Dios), ahora son tuyos.

Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios (Ro 8.15-16).

Sea cual sea lo que estés enfrentando el día de hoy, tú puedes deshacerte del espíritu de temor que pretende esclavizarte, con tu Verdadera Identidad: Tú eres un(a) Hijo(a) amado del Dios Altísimo.

Así que, a pesar de todos los intentos desesperados de Satanás para desanimarte, por la Sangre de Jesús tú has sido hecho(a) un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, la Palabra de Dios, que es la Verdad, te hace libre y por eso, ¡ya has vencido!

Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo (1 Jn 4.4).

Al igual que los israelitas del tiempo de Esdras, tú debes poner manos a la obra, pues la fe sin obras es muerta. Sabrás que estás actuando con fe cuando cambies tu forma de hablar respecto a los problemas o situaciones que estés viviendo. Siempre, la primer obra de tu fe será cambiar tu forma de pensar y de hablar respecto a las circunstancias, pues esto (cambiar tu forma de hablar), refleja, más que nada, que en Verdad estás creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra.

En lugar de decir, está difícil, no creo que suceda, nunca vas a cambiar, contigo siempre es lo mismo, creo que me voy a enfermar, etc. Mejor pon la Palabra de Dios en tu corazón y comienza a declarar:

o   Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

o   Yo he creído que Jesús es el Señor, por lo tanto soy salvo(a) yo y toda mi casa. Nadie en mi familia se va a perder. Todos vendrán a Cristo. Dios lo ha prometido y Él lo va a cumplir.

o   Mi Dios pues suplirá todo lo que me falta conforme a Sus riquezas en gloria.

o   Ciertamente Jesucristo llevo mis enfermedades y sufrió mis dolores y por Sus heridas yo ya fui sanado(a).

o   De todo problema, aflicción o enfermedad, yo voy a salir más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús.

La fe es la certeza de que lo que Dios dijo, Él lo hará; es la convicción de que lo que Dios habló, Él lo ejecutará.

Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve (He 11.1).

Por todo esto, pon mucha atención a lo que piensas y hablas, pues si lo que piensas y hablas está lleno de duda e incredulidad tu fe está siendo anulada y estás en riesgo de ser paralizado(a) por el espíritu de temor.

Así que, cobra ánimo, levántate y comienza a declarar en voz audible lo que Dios, en Su Palabra, la Biblia, dice acerca de ti.

Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza (Efe 10.6).

Y, ¿cuál será el poder de la fuerza de Dios? ¿Sus músculos? ¿Sus ángeles? ¿Sus truenos y relámpagos? No, el Poder de la Fuerza de Dios es, ¡Su Palabra!

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, en este día estoy delante de Tu Presencia para declarar que estoy lleno(a) de fe. Sé que me amas tanto que preferiste entregar a Tu Hijo, Jesús, antes que perderme a mí. Soy tu especial tesoro y aunque mi padre y mi madre me hayan dejado, con todo Tú me has recogido. ¡Soy amado(a) de Dios! Me determino hoy a seguir creyendo Tu Palabra, la Biblia. Señor Jesús, yo soy quien Tú dices que soy: más que vencedor(a), quien todo lo puede. Resisto al espíritu de desánimo e incredulidad que quiere sembrar en mí, su miedo. Soy sano(a) y soy libre, pues la ley del espíritu de vida en Cristo Jesús me ha hecho libre de la ley del pecado y de la muerte. Jesús, Tú me redimiste de la maldición al hacerte maldito por mí y ahora vivo y camino en Tu bendición. Gracias, muchas gracias. Tú, Espíritu Santo vives en mí y conmigo. Tengo Tu Palabra que me ayuda. Tengo Tu unción. Tengo Tu fe. Tengo Tu Amor. ¡No hay forma en que pueda perder! Por lo tanto, creo y declaro que todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Yo he creído que Tú, Jesús, eres el Señor, por lo tanto soy salvo(a) yo y toda mi casa. Nadie en mi familia se va a perder. Todos vendrán a Cristo. Dios, Tú lo has prometido y Tú me lo vas a cumplir. Así que, mi Dios pues suplirá todo lo que me falta conforme a Sus riquezas en gloria. Ciertamente Tú, Jesucristo, llevaste mis enfermedades y sufriste mis dolores y por Tus heridas yo ya fui sanado(a). De todo problema, aflicción o enfermedad, yo, _________ (tu nombre aquí) voy a salir más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

 

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Septiembre 28                       2 Jn   /  Es 5-6  /  Sal 93

 

Cápsula del día.





Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 




NVI 



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Septiembre 28                       2 Jn   /  Es 5-6  /  Sal 93

 

2 Juan

Salutación

1

1El anciano a la señora elegida y a sus hijos, a quienes yo amo en la verdad; y no sólo yo, sino también todos los que han conocido la verdad, 2a causa de la verdad que permanece en nosotros, y estará para siempre con nosotros: 3Sea con vosotros gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y del Señor Jesucristo, Hijo del Padre, en verdad y en amor.

Permaneced en la doctrina de Cristo

4Mucho me regocijé porque he hallado a algunos de tus hijos andando en la verdad, conforme al mandamiento que recibimos del Padre. 5Y ahora te ruego, señora, no como escribiéndote un nuevo mandamiento, sino el que hemos tenido desde el principio, que nos amemos unos a otros.a 6Y este es el amor, que andemos según sus mandamientos. Este es el mandamiento: que andéis en amor, como vosotros habéis oído desde el principio. 7Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo. 8Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo. 9Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo. 10Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido! 11Porque el que le dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras.

Espero ir a vosotros

12Tengo muchas cosas que escribiros, pero no he querido hacerlo por medio de papel y tinta, pues espero ir a vosotros y hablar cara a cara, para que nuestro gozo sea cumplido.

13Los hijos de tu hermana, la elegida, te saludan. Amén. [1]

 

Esdras 5-6

Reedificación del templo

5

1Profetizaron Hageoa y Zacaríasb hijo de Iddo, ambos profetas, a los judíos que estaban en Judá y en Jerusalén en el nombre del Dios de Israel quien estaba sobre ellos. 2Entonces se levantaron Zorobabelc hijo de Salatiel y Jesúa hijo de Josadac, y comenzaron a reedificar la casa de Dios que estaba en Jerusalén; y con ellos los profetas de Dios que les ayudaban.

3En aquel tiempo vino a ellos Tatnai gobernador del otro lado del río, y Setar-boznai y sus compañeros, y les dijeron así: ¿Quién os ha dado orden para edificar esta casa y levantar estos muros? 4Ellos también preguntaron: ¿Cuáles son los nombres de los hombres que hacen este edificio? 5Mas los ojos de Dios estaban sobre los ancianos de los judíos, y no les hicieron cesar hasta que el asunto fuese llevado a Darío; y entonces respondieron por carta sobre esto.

6Copia de la carta que Tatnai gobernador del otro lado del río, y Setar-boznai, y sus compañeros los gobernadores que estaban al otro lado del río, enviaron al rey Darío. 7Le enviaron carta, y así estaba escrito en ella: Al rey Darío toda paz. 8Sea notorio al rey, que fuimos a la provincia de Judea, a la casa del gran Dios, la cual se edifica con piedras grandes; y ya los maderos están puestos en las paredes, y la obra se hace de prisa, y prospera en sus manos. 9Entonces preguntamos a los ancianos, diciéndoles así: ¿Quién os dio orden para edificar esta casa y para levantar estos muros? 10Y también les preguntamos sus nombres para hacértelo saber, para escribirte los nombres de los hombres que estaban a la cabeza de ellos. 11Y nos respondieron diciendo así: Nosotros somos siervos del Dios del cielo y de la tierra, y reedificamos la casa que ya muchos años antes había sido edificada, la cual edificó y terminó el gran rey de Israel. 12Mas después que nuestros padres provocaron a ira al Dios de los cielos, él los entregó en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, caldeo, el cual destruyó esta casa y llevó cautivo al pueblo a Babilonia.d 13Pero en el año primero de Ciro rey de Babilonia, el mismo rey Ciro dio orden para que esta casa de Dios fuese reedificada.e 14También los utensilios de oro y de plata de la casa de Dios, que Nabucodonosor había sacado del templo que estaba en Jerusalén y los había llevado al templo de Babilonia, el rey Ciro los sacó del templo de Babilonia, y fueron entregados a Sesbasar, a quien había puesto por gobernador; 15y le dijo: Toma estos utensilios, ve, y llévalos al templo que está en Jerusalén; y sea reedificada la casa de Dios en su lugar. 16Entonces este Sesbasar vino y puso los cimientos de la casa de Dios, la cual está en Jerusalén, y desde entonces hasta ahora se edifica, y aún no está concluida. 17Y ahora, si al rey parece bien, búsquese en la casa de los tesoros del rey que está allí en Babilonia, si es así que por el rey Ciro había sido dada la orden para reedificar esta casa de Dios en Jerusalén, y se nos envíe a decir la voluntad del rey sobre esto.

6

1Entonces el rey Darío dio la orden de buscar en la casa de los archivos, donde guardaban los tesoros allí en Babilonia. 2Y fue hallado en Acmeta, en el palacio que está en la provincia de Media, un libro en el cual estaba escrito así: Memoria: 3En el año primero del rey Ciro, el mismo rey Ciro dio orden acerca de la casa de Dios, la cual estaba en Jerusalén, para que fuese la casa reedificada como lugar para ofrecer sacrificios, y que sus paredes fuesen firmes; su altura de sesenta codos, y de sesenta codos su anchura; 4y tres hileras de piedras grandes, y una de madera nueva; y que el gasto sea pagado por el tesoro del rey. 5Y también los utensilios de oro y de plata de la casa de Dios, los cuales Nabucodonosor sacó del templo que estaba en Jerusalén y los pasó a Babilonia, sean devueltos y vayan a su lugar, al templo que está en Jerusalén, y sean puestos en la casa de Dios.

6Ahora, pues, Tatnai gobernador del otro lado del río, Setar-boznai, y vuestros compañeros los gobernadores que estáis al otro lado del río, alejaos de allí. 7Dejad que se haga la obra de esa casa de Dios; que el gobernador de los judíos y sus ancianos reedifiquen esa casa de Dios en su lugar. 8Y por mí es dada orden de lo que habéis de hacer con esos ancianos de los judíos, para reedificar esa casa de Dios; que de la hacienda del rey, que tiene del tributo del otro lado del río, sean dados puntualmente a esos varones los gastos, para que no cese la obra. 9Y lo que fuere necesario, becerros, carneros y corderos para holocaustos al Dios del cielo, trigo, sal, vino y aceite, conforme a lo que dijeren los sacerdotes que están en Jerusalén, les sea dado día por día sin obstáculo alguno, 10para que ofrezcan sacrificios agradables al Dios del cielo, y oren por la vida del rey y por sus hijos. 11También por mí es dada orden, que cualquiera que altere este decreto, se le arranque un madero de su casa, y alzado, sea colgado en él, y su casa sea hecha muladar por esto. 12Y el Dios que hizo habitar allí su nombre, destruya a todo rey y pueblo que pusiere su mano para cambiar o destruir esa casa de Dios, la cual está en Jerusalén. Yo Darío he dado el decreto; sea cumplido prontamente.

13Entonces Tatnai gobernador del otro lado del río, y Setar-boznai y sus compañeros, hicieron puntualmente según el rey Darío había ordenado. 14Y los ancianos de los judíos edificaban y prosperaban, conforme a la profecía del profeta Hageoa y de Zacaríasb hijo de Iddo. Edificaron, pues, y terminaron, por orden del Dios de Israel, y por mandato de Ciro, de Darío, y de Artajerjes rey de Persia. 15Esta casa fue terminada el tercer día del mes de Adar, que era el sexto año del reinado del rey Darío.

16Entonces los hijos de Israel, los sacerdotes, los levitas y los demás que habían venido de la cautividad, hicieron la dedicación de esta casa de Dios con gozo. 17Y ofrecieron en la dedicación de esta casa de Dios cien becerros, doscientos carneros y cuatrocientos corderos; y doce machos cabríos en expiación por todo Israel, conforme al número de las tribus de Israel. 18Y pusieron a los sacerdotes en sus turnos, y a los levitas en sus clases, para el servicio de Dios en Jerusalén, conforme a lo escrito en el libro de Moisés.

19También los hijos de la cautividad celebraron la pascua a los catorce días del mes primero.c 20Porque los sacerdotes y los levitas se habían purificado a una; todos estaban limpios, y sacrificaron la pascua por todos los hijos de la cautividad, y por sus hermanos los sacerdotes, y por sí mismos. 21Comieron los hijos de Israel que habían vuelto del cautiverio, con todos aquellos que se habían apartado de las inmundicias de las gentes de la tierra para buscar a Jehová Dios de Israel. 22Y celebraron con regocijo la fiesta solemne de los panes sin levadura siete días, por cuanto Jehová los había alegrado, y había vuelto el corazón del rey de Asiria hacia ellos, para fortalecer sus manos en la obra de la casa de Dios, del Dios de Israel.[2]

 

Salmo 93

 

La majestad de Jehová

     1     Jehová reina; se vistió de magnificencia;

Jehová se vistió, se ciñó de poder.

Afirmó también el mundo, y no se moverá.

     2     Firme es tu trono desde entonces;

Tú eres eternamente.

     3     Alzaron los ríos, oh Jehová,

Los ríos alzaron su sonido;

Alzaron los ríos sus ondas.

     4     Jehová en las alturas es más poderoso

Que el estruendo de las muchas aguas,

Más que las recias ondas del mar.

     5     Tus testimonios son muy firmes;

La santidad conviene a tu casa,

Oh Jehová, por los siglos y para siempre.[3]

 



a a 5: Jn. 13.34.

[1]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (1 Jn 5.21-2 Jn 13). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

a a 5.1: Hag. 1.1.

b b 5.1: Zac. 1.1.

c c 5.2: Hag. 1.12; Zac. 4.6–9.

d d 5.12: 2 R. 25.8–12; 2 Cr. 36.17–20; Jer. 52.12–15.

e e 5.13: Esd. 1.2–11.

a a 6.14: Hag. 1.1.

b b 6.14: Zac. 1.1.

c c 6.19: Ex. 12.1–20.

[2]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Esd 4.24-6.22). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

[3]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Sal 92.15-93.5). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.


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