sábado, 30 de noviembre de 2019

¡Cómo agradar a Dios!



1 de Diciembre
¡Dios se deleita en ti!
Por Riqui Ricón*

El SEÑOR no se deleita en los bríos del caballo, ni se complace en la agilidad del hombre, sino que se complace en los que le temen, en los que confían en su gran amor (Sal 147.10-11 NVI).
¿Sabías que a Dios se le puede complacer, que se le puede agradar? Antiguamente pensaban que a Dios le complacían la sangre de los sacrificios y las ofrendas quemadas. Hoy en día, aún hay personas que piensan que haciendo algún tipo de sacrificio, en su economía o en sus personas u ofreciendo el sufrimiento que produce alguna tragedia o enfermedad, pueden, de esa forma, agradar a Dios.
¡Nada más lejano a la Verdad que eso! Cuando el rey Saúl pretendió agradar a Dios con sus sacrificios en lugar de obedecer Su Palabra, sólo recibió el rechazo y la destitución de su cargo.
Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey (1 S 15.22-23).
Dios no se deleita en la fuerza del caballo ni se complace en la agilidad del hombre, ni siquiera es la alabanza y la adoración lo que realmente le agrada (como si Él, el todopoderoso, tuviera la necesidad de ser adorado por sus criaturas).
La biblia, que es la Palabra de Dios, y no miente, te enseña claramente que solamente una cosa complace a Dios:
Lo que más me alegra es oír que mis hijos vivan de acuerdo a la verdad (3 Jn 4 PDT).
La fe es creerle a Dios, creerle a Su Palabra, y cuando Dios escucha que tú caminas en la Verdad, la cual es Su Palabra, la Biblia, entonces Él se goza con tu fe.
Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan (He 11.6).
Así es, mi amado(a), es tu fe lo que complace y deleita a tu Padre celestial. Es cuando le crees a Él, creyendo Su Palabra, que Dios se agrada de ti. Sólo cuando tú decides creer que eres la persona quien Él dice en la Biblia que ahora tú  eres, Su Hijo(a) amado(a), entonces comienzas a complacer y deleitar a Dios.
Cuando gracias a tu fe (creer lo que dice Su Palabra) comienzas a vivir esa vida plena y abundante que Dios planeó para ti, entonces puedes estar seguro(a) de estar complaciendo y deleitando a Dios.
Pon mucha atención, pues por más victorioso(a) que tú puedas salir de las aflicciones, Dios no se deleita al verte sumergido(a) en problemas o enfermedades, esperando a ver si los puedes resolver. ¿Qué clase de Padre sería Él? ¡No! Dios se deleita al mirarte encarar la vida con amor, gozo y paz. Dios se deleita cuando tú tienes la certeza de ser un(a) Hijo(a) amado(a), capaz de salir más que vencedor(a) en todas las cosas.
En fin, Dios se deleita al notar que has creído Su Palabra y vives en ella.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Dios se deleita cuando tú realmente crees que Él te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.
No es algo que tú tengas o que puedas hacer lo que agrada a Dios, sino lo que tú ahora eres en Cristo Jesús.
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jn 3.1 BAD).
Cuando, para hacer frente a los retos que la vida te presenta, tú pones en tu boca, mente y corazón la Palabra de Dios y lleno(a) de fe (con toda certeza) declaras: todo lo puedo en Cristo que me fortalece; en todo problema, enfermedad o aflicción yo soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús; soy de Dios y ya he vencido porque mayor es el que está en mí que el que está en el mundo; si Dios es conmigo ¿quién contra mí? Etc., Así manifiestas tu identidad de Hijo(a) del Rey y ¡Entonces es que Dios se deleita en ti!

Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, quiero decirte este día que creo y recibo todo lo que hiciste conmigo por Amor a mí. Quiero que te deleites con mi fe. Yo te creo, creo a Tu Palabra, la Biblia, y he decidido vivir agradándote, mi Dios. Jesús, Tú eres mi Señor, Rey y Salvador. Todo lo que ahora soy, lo soy gracias a Ti. Por Tu Sangre he sido justificado(a); en Tu muerte Dios, mi Padre, me ha perdonado y por Tu resurrección me has dado Vida Eterna. ¡Por la Ley del Espíritu de Vida en Cristo Jesús me has hecho libre de la ley del pecado y de la muerte! Ahora, ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, no de simiente corruptible sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre! Así que, con toda autoridad y para agradarte a Ti, mi Dios,  resisto  al espíritu de temor y duda, echo fuera de mi vida la enfermedad, pobreza, tristeza y depresión. Recibo mi salud, prosperidad, libertad y gozo. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) del Rey de reyes y Señor de señores! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso? 
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios: 
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Diciembre 1              Gal 5.1-15   /  Lam 5  /  Sal 147


Gálatas 5.1-15
Estad firmes en la libertad
5
1Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud. 2He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo. 3Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a guardar toda la ley. 4De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído. 5Pues nosotros por el Espíritu aguardamos por fe la esperanza de la justicia; 6porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor. 7Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad? 8Esta persuasión no procede de aquel que os llama. 9Un poco de levadura leuda toda la masa. 10Yo confío respecto de vosotros en el Señor, que no pensaréis de otro modo; mas el que os perturba llevará la sentencia, quienquiera que sea. 11Y yo, hermanos, si aún predico la circuncisión, ¿por qué padezco persecución todavía? En tal caso se ha quitado el tropiezo de la cruz. 12¡Ojalá se mutilasen los que os perturban!
13Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros. 14Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 15Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis unos a otros.

   
Lamentaciones 5
Oración del pueblo afligido
5
     1     Acuérdate, oh Jehová, de lo que nos ha sucedido;
Mira, y ve nuestro oprobio.
     2     Nuestra heredad ha pasado a extraños,
Nuestras casas a forasteros.
     3     Huérfanos somos sin padre;
Nuestras madres son como viudas.
     4     Nuestra agua bebemos por dinero;
Compramos nuestra leña por precio.
     5     Padecemos persecución sobre nosotros;
Nos fatigamos, y no hay para nosotros reposo.
     6     Al egipcio y al asirio extendimos la mano, para saciarnos de pan.
     7     Nuestros padres pecaron, y han muerto;
Y nosotros llevamos su castigo.
     8     Siervos se enseñorearon de nosotros;
No hubo quien nos librase de su mano.
     9     Con peligro de nuestras vidas traíamos nuestro pan
Ante la espada del desierto.
     10     Nuestra piel se ennegreció como un horno
A causa del ardor del hambre.
     11     Violaron a las mujeres en Sion,
A las vírgenes en las ciudades de Judá.
     12     A los príncipes colgaron de las manos;
No respetaron el rostro de los viejos.
     13     Llevaron a los jóvenes a moler,
Y los muchachos desfallecieron bajo el peso de la leña.
     14     Los ancianos no se ven más en la puerta,
Los jóvenes dejaron sus canciones.
     15     Cesó el gozo de nuestro corazón;
Nuestra danza se cambió en luto.
     16     Cayó la corona de nuestra cabeza;
¡Ay ahora de nosotros! porque pecamos.
     17     Por esto fue entristecido nuestro corazón,
Por esto se entenebrecieron nuestros ojos,
     18     Por el monte de Sion que está asolado;
Zorras andan por él.
     19     Mas tú, Jehová, permanecerás para siempre;
Tu trono de generación en generación.
     20     ¿Por qué te olvidas completamente de nosotros,
Y nos abandonas tan largo tiempo?
     21     Vuélvenos, oh Jehová, a ti, y nos volveremos;
Renueva nuestros días como al principio.
     22     Porque nos has desechado;
Te has airado contra nosotros en gran manera. 

       
SALMO 147

Alabanza por el favor de Dios hacia Jerusalén
     1     Alabad a JAH,
Porque es bueno cantar salmos a nuestro Dios;
Porque suave y hermosa es la alabanza.
     2     Jehová edifica a Jerusalén;
A los desterrados de Israel recogerá.
     3     El sana a los quebrantados de corazón,
Y venda sus heridas.
     4     El cuenta el número de las estrellas;
A todas ellas llama por sus nombres.
     5     Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder;
Y su entendimiento es infinito.
     6     Jehová exalta a los humildes,
Y humilla a los impíos hasta la tierra.
     7     Cantad a Jehová con alabanza,
Cantad con arpa a nuestro Dios.
     8     El es quien cubre de nubes los cielos,
El que prepara la lluvia para la tierra,
El que hace a los montes producir hierba.
     9     El da a la bestia su mantenimiento,
Y a los hijos de los cuervos que claman.
     10     No se deleita en la fuerza del caballo,
Ni se complace en la agilidad del hombre.
     11     Se complace Jehová en los que le temen,
Y en los que esperan en su misericordia.
     12     Alaba a Jehová, Jerusalén;
Alaba a tu Dios, oh Sion.
     13     Porque fortificó los cerrojos de tus puertas;
Bendijo a tus hijos dentro de ti.
     14     El da en tu territorio la paz;
Te hará saciar con lo mejor del trigo.
     15     El envía su palabra a la tierra;
Velozmente corre su palabra.
     16     Da la nieve como lana,
Y derrama la escarcha como ceniza.
     17     Echa su hielo como pedazos;
Ante su frío, ¿quién resistirá?
     18     Enviará su palabra, y los derretirá;
Soplará su viento, y fluirán las aguas.
     19     Ha manifestado sus palabras a Jacob,
Sus estatutos y sus juicios a Israel.
     20     No ha hecho así con ninguna otra de las naciones;
Y en cuanto a sus juicios, no los conocieron.
Aleluya.

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