sábado, 21 de septiembre de 2019

¿Quién soy yo? ¿Por qué estoy aquí?




18 de Julio
¡Soy Hijo(a) del Rey!
Por Riqui Ricón*
Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres (1 R 19.4).
No obstante las grandes victorias que hemos experimentado en nuestra vida gracias al Señor Jesús, es realmente curioso como muchas veces, al igual que Elías, nos dejamos atrapar por el desánimo y la depresión. ¿A qué se debe esto?
Primero, no debes olvidar que la Biblia, la Palabra de Dios, te enseña claramente que tú te encuentras en plena guerra.
Sed sobrios y velad para que no os sorprendan los ataques de ese gran enemigo vuestro que es el diablo, el cual, como un león rugiente, anda dando vueltas en busca de alguien a quien devorar (1 P 5.8 CST).
Satanás NO es un león rugiente sino un imitador que con engaños y mentiras está continuamente atacando tu identidad de Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo para que dejes de CREER lo que Dios dice acerca de ti en Su Palabra, la Biblia.
Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar. Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: !!Un fantasma! Y dieron voces de miedo. Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: !!Tened ánimo; yo soy, no temáis! Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: !!Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: !!Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? (Mat 14.25-31).
Si al poner tu atención en lo difícil tus circunstancias y problemas Satanás logra que tú apartes tus ojos del Verbo, de la Palabra de Dios, del autor y consumador de tu fe, y te llenas de temor y ansiedad, entonces habrá conseguido el principio de tu derrota.
Pelea la buena batalla de la fe;  haz tuya la vida eterna,  a la que fuiste llamado y por la cual hiciste aquella admirable declaración de fe delante de muchos testigos (1 Ti 6.12 NVI).
La buena batalla de la fe sólo la puedes pelear cuando te encuentras perfectamente establecido(a), sin ceder un ápice, en tu Identidad como Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Sólo así puedes echar mano de la Vida Eterna que es el derecho genuino y legítimo de todo(a) Hijo(a) de Dios.
"Cuando el ladrón llega, se dedica a robar, matar y destruir. Yo he venido para que todos ustedes tengan vida, y para que la vivan plenamente (Jn 10.10 BLS).
Satanás siempre utilizará las circunstancias de tu vida para robar, matar y destruir tu Identidad como Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Pues logrando eso él podrá infundirte temor y ansiedad para terminar robando, matando y destruyendo tu gozo, tu paz y la Plenitud de tu Salvación.
Las 24 horas del día, los sesenta minutos de cada hora y los 60 segundos de cada minuto, tu adversario, el diablo, está buscando la forma de anularte y destruirte.
Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo (Jn 17.14-16).
Ahora eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Es necesario que te quede muy claro que tú no eres de este mundo y, aunque a ti no te guste, hay toda una guerra dispuesta contra ti.
El SEÑOR es mi luz y mi salvación, entonces ¿por qué habría de temer? El SEÑOR es mi fortaleza y me protege del peligro, entonces ¿por qué habría de temblar? Cuando los malvados vengan a devorarme, cuando mis enemigos y adversarios me ataquen, tropezarán y caerán. Aunque un ejército poderoso me rodee, mi corazón no temerá. Aunque me ataquen, permaneceré confiado (Sal 27.1-3 NTV).
La Buena Noticia es que no tienes nada que temer; Dios es contigo, y si Dios es contigo, ¿quién contra ti?
Segundo, el verdadero problema se presenta  cuando vienen nuevos o mayores problemas y tú te has  olvidado de mantener tu mirada, y tu fe, constante y consistentemente en Jesús y en Su Palabra. Esto te debilita en la fe, ya que fe es estar constantemente creyendo a Dios, creyendo Su Palabra. 
Ahora pues, la fe viene por escuchar, por escuchar atentamente la palabra de Dios (Ro 10.17 SyE)
Dado que la Biblia establece que la fe viene por oír atentamente la Palabra de Dios, entonces, si descuidas la lectura y meditación de la Biblia le das oportunidad a tu adversario, el diablo, para amedrentarte con las apariencias de las dificultades que estés enfrentando el día de hoy.
Entonces Pedro lo llamó: —Señor, si realmente eres tú, mándame que vaya hacia ti caminando sobre el agua. —Sí, ven —dijo Jesús. Entonces Pedro se bajó por el costado de la barca y caminó sobre el agua hacia Jesús. Pero, cuando vio el fuerte viento y las olas, se aterrorizó y comenzó a hundirse. «¡Sálvame, Señor!» —gritó. De inmediato, Jesús extendió la mano y lo agarró. «Tienes tan poca fe —le dijo Jesús —. ¿Por qué dudaste de mí?». Cuando subieron de nuevo a la barca, el viento se detuvo. Entonces los discípulos lo adoraron. «¡De verdad eres el Hijo de Dios!», exclamaron (Mat 14.28-33 NTV).
Nota que Pedro ya caminaba sobre las aguas para ir a Jesús. Él había confiado, creído, en la Palabra de Jesús cuando éste le dijo “ven” y por eso comenzó a experimentar la misma Verdad que su Señor y Maestro. PERO, cuando puso su atención en las circunstancias, entonces permitió que el espíritu de temor le robara la fe que manifestó al decir: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Jesús sólo dijo, ven y Pedro creyó. Sin embargo, al parecer, su declaración no fue suficiente, pues al quitar sus ojos de Jesús y considerar lo que veía con sus ojos y escuchaba con sus oídos, tuvo miedo y comenzó a hundirse.
Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan (He 11.6).
Al igual que antaño, hoy en día muchos creyentes están demasiado acostumbrados a conducir sus vidas por medio de lo que ven o sienten en lugar de hacerlo por medio de la fe, esto es, por creerle a Dios, creyendo Su Palabra. De este modo, cuando se presentan los problemas y vicisitudes de la vida se ven abrumados por la preocupación y el temor a tal grado que, efectivamente, pueden darle lugar al desánimo y a la depresión.
Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista); pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor. Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables (2 Co 5.6-9).
Me llama la atención que en ese episodio de la vida de Elías, Dios no lo consintió, ni lo apapachó por sentirse como se sentía, sino que lo fortaleció en su espíritu (fue un ángel quien le tocó y le alimentó), y le dijo: anda, levántate y vuélvete por tu camino para hacer esto, esto y esto otro.
Satanás siempre tratará, por todos los medios que tenga a su alcance, de anular tu fe (que no le creas a Dios, creyendo Su Palabra). Se valdrá de tus sentidos y emociones para inspirarte temor por medio de las circunstancias que te rodeen y luego utilizará la condenación por causa de tus faltas y pecados con el propósito exclusivo de que caigas en el error de olvidarte quien ahora tú eres en Cristo Jesús: ¡Un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo!
¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios (1 Co 6.9-11).
Si te das cuenta, tu confianza, tu certeza y tu fe debes ponerlas exclusivamente en lo que Dios ha dicho en Su Palabra acerca de ti y no en la forma cómo te ves a ti mismo(a), ni en la forma cómo te sientes contigo mismo(a).
porque en vosotros se ha operado un nuevo nacimiento, que ya no es debido a una simiente corruptible, sino a la incorruptible y permanente palabra de Dios (1 P 1.23 CST).
Entonces, de acuerdo a la Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, tú eres ya un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, y no de una simiente corruptible sino de la incorruptible simiente que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre.
Esto no quiere decir que, como Hijo(a) de Dios, puedes pecar y olvidarte de la santidad (sin la cual NADIE vera a Dios). ¡No! ¡Nada de eso! Es todo lo contrario.
Ahora sabes perfectamente quién eres tú y lo que Dios dice acerca de ti. ¡Tienes identidad! Ahora crees, hablas y actúas para manifestar esa justicia, santidad y perfección que Él ya puso en ti al decretarlo con Su Palabra.
¡Sólo tienes que creerlo!
Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho: Este es el pacto que haré con ellos Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré, añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado (He 10.11-18).
Por esto, como Hijo(a) del Rey, ya no tratas de alcanzar la santidad como algo de lo que careces o que no tienes (eso es lo que el diablo pretende que creas), sino que ahora crees que eres y que tienes todo lo que Dios dice en Su Palabra que eres y tienes: justo(a), santo(a) y perfecto(a). Pues, además, si Dios lo dice, entonces, es la verdad y por lo tanto puedes vivir como justo(a), santo(a) y perfecto(a).
En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad (Efe 4.22-24).
Así que, echa fuera de tu vida todo desánimo o depresión. ¡Ahora estás en Cristo! Dios es contigo, y si Dios es contigo, ¿Quién contra ti?
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, en Tu Palabra puedo notar el gran Amor con que me has amado, pues aún estando yo muerto(a) en delitos y pecados me diste vida juntamente con Cristo. Gracias Señor por esta Vida Nueva que me has dado. Me creaste de Nuevo en justicia y santidad de la verdad. Creo y recibo este gran Amor. Creo y recibo a Jesús como mi Señor y Salvador. En Ti, Jesús, tengo vida eterna, vida abundante. Me determino, con Tu ayuda, Espíritu Santo, a no dejar que las aflicciones del mundo me infundan temor pues yo no he recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor sino que he recibido el espíritu de adopción y te puedo decir a Ti, Dios, Abba, Padre. ¡Soy Hijo(a) del Rey! Nada ni nadie me pueden derrotar pues en todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús. Padre, cómo no agradecerte Tu Amor tan grande y sublime, pues me has escogido, redimido y renovado como Hijo(a) Tuyo(a). Tengo Tu Palabra de Honor y sé que he llegado a mi destino. Ahora estoy más que dispuesto(a) a utilizar la fe perfecta que ya tengo por Tu Palabra, para cumplir mi propósito en esta tierra: ser luz en medio de las tinieblas como embajador de Jesucristo dondequiera que esté y como quiera que esté, pues no tengo la más mínima duda que, ante todo problema, enfermedad o adversidad, yo, ______________ (tu nombre aquí), soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me ha amado, Cristo Jesús. No recibo el espíritu de temor, ni la duda que genera, sino que recibo el espíritu de adopción por el cual te puedo decir Abba, Padre, Papá, Papito. Por Tu Palabra, la Biblia, estoy seguro(a) de quién ahora yo soy gracias a Jesús: un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Y soy Nacido(a) de Nuevo, no de una simiente corruptible, sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Recibo Tu paz que sobrepasa todo entendimiento y me lleno con Tu Amor para vivir esta vida llena de gozo, que Tú has destinado para mí. Por lo tanto, voy a manifestar, con mi vida, la libertad gloriosa que sólo YO Tu Hijo(a) puedo tener. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) del Rey! En el nombre de Jesús. Amén.
 Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Septiembre 20             Jn 20:1-18  /  2 Cr 31  /  Sal 87


Juan 20:1-18
La resurrección
(Mt. 28.1-10; Mr. 16.1-8; Lc. 24.1-12)

20 El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro. 2 Entonces corrió, y fue a Simón Pedro y al otro discípulo, aquel al que amaba Jesús, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto. 3 Y salieron Pedro y el otro discípulo, y fueron al sepulcro. 4 Corrían los dos juntos; pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro. 5 Y bajándose a mirar, vio los lienzos puestos allí, pero no entró. 6 Luego llegó Simón Pedro tras él, y entró en el sepulcro, y vio los lienzos puestos allí, 7 y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte. 8 Entonces entró también el otro discípulo, que había venido primero al sepulcro; y vio, y creyó. 9 Porque aún no habían entendido la Escritura, que era necesario que él resucitase de los muertos. 10 Y volvieron los discípulos a los suyos.

Jesús se aparece a María Magdalena
(Mr. 16.9-11)

11 Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro;12 y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto. 13 Y le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto. 14 Cuando había dicho esto, se volvió, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús. 15 Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré. 16 Jesús le dijo: !!María! Volviéndose ella, le dijo: !!Raboni! (que quiere decir, Maestro). 17 Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios. 18 Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había visto al Señor, y que él le había dicho estas cosas.


2 Crónicas 31

31 Hechas todas estas cosas, todos los de Israel que habían estado allí salieron por las ciudades de Judá, y quebraron las estatuas y destruyeron las imágenes de Asera, y derribaron los lugares altos y los altares por todo Judá y Benjamín, y también en Efraín y Manasés, hasta acabarlo todo. Después se volvieron todos los hijos de Israel a sus ciudades, cada uno a su posesión.

Ezequías reorganiza el servicio de los sacerdotes y levitas

Y arregló Ezequías la distribución de los sacerdotes y de los levitas conforme a sus turnos, cada uno según su oficio; los sacerdotes y los levitas para ofrecer el holocausto y las ofrendas de paz, para que ministrasen, para que diesen gracias y alabasen dentro de las puertas de los atrios de Jehová. 3 El rey contribuyó de su propia hacienda para los holocaustos a mañana y tarde, y para los holocaustos de los días de reposo, nuevas lunas y fiestas solemnes, como está escrito en la ley de Jehová. 4 Mandó también al pueblo que habitaba en Jerusalén, que diese la porción correspondiente a los sacerdotes y levitas, para que ellos se dedicasen a la ley de Jehová. 5 Y cuando este edicto fue divulgado, los hijos de Israel dieron muchas primicias de grano, vino, aceite, miel, y de todos los frutos de la tierra; trajeron asimismo en abundancia los diezmos de todas las cosas. 6 También los hijos de Israel y de Judá, que habitaban en las ciudades de Judá, dieron del mismo modo los diezmos de las vacas y de las ovejas; y trajeron los diezmos de lo santificado, de las cosas que habían prometido a Jehová su Dios, y los depositaron en montones. 7 En el mes tercero comenzaron a formar aquellos montones, y terminaron en el mes séptimo. 8 Cuando Ezequías y los príncipes vinieron y vieron los montones, bendijeron a Jehová, y a su pueblo Israel. 9 Y preguntó Ezequías a los sacerdotes y a los levitas acerca de esos montones. 10 Y el sumo sacerdote Azarías, de la casa de Sadoc, le contestó: Desde que comenzaron a traer las ofrendas a la casa de Jehová, hemos comido y nos hemos saciado, y nos ha sobrado mucho, porque Jehová ha bendecido a su pueblo; y ha quedado esta abundancia de provisiones. 11 Entonces mandó Ezequías que preparasen cámaras en la casa de Jehová; y las prepararon.
12 Y en ellas depositaron las primicias y los diezmos y las cosas consagradas, fielmente; y dieron cargo de ello al levita Conanías, el principal, y Simei su hermano fue el segundo. 13 Y Jehiel, Azazías, Nahat, Asael, Jerimot, Jozabad, Eliel, Ismaquías, Mahat y Benaía, fueron los mayordomos al servicio de Conanías y de Simei su hermano, por mandamiento del rey Ezequías y de Azarías, príncipe de la casa de Dios. 14 Y el levita Coré hijo de Imna, guarda de la puerta oriental, tenía cargo de las ofrendas voluntarias para Dios, y de la distribución de las ofrendas dedicadas a Jehová, y de las cosas santísimas. 15 Y a su servicio estaban Edén, Miniamín, Jesúa, Semaías, Amarías y Secanías, en las ciudades de los sacerdotes, para dar con fidelidad a sus hermanos sus porciones conforme a sus grupos, así al mayor como al menor; 16 a los varones anotados por sus linajes, de tres años arriba, a todos los que entraban en la casa de Jehová para desempeñar su ministerio según sus oficios y grupos. 17 También a los que eran contados entre los sacerdotes según sus casas paternas; y a los levitas de edad de veinte años arriba, conforme a sus oficios y grupos. 18 Eran inscritos con todos sus niños, sus mujeres, sus hijos e hijas, toda la multitud; porque con fidelidad se consagraban a las cosas santas. 19 Del mismo modo para los hijos de Aarón, sacerdotes, que estaban en los ejidos de sus ciudades, por todas las ciudades, los varones nombrados tenían cargo de dar sus porciones a todos los varones de entre los sacerdotes, y a todo el linaje de los levitas. 20 De esta manera hizo Ezequías en todo Judá; y ejecutó lo bueno, recto y verdadero delante de Jehová su Dios. 21 En todo cuanto emprendió en el servicio de la casa de Dios, de acuerdo con la ley y los mandamientos, buscó a su Dios, lo hizo de todo corazón, y fue prosperado.


Salmos 87
El privilegio de morar en Sion
A los hijos de Coré. Salmo. Cántico.

87 Su cimiento está en el monte santo.
2 Ama Jehová las puertas de Sion
Más que todas las moradas de Jacob.
3 Cosas gloriosas se han dicho de ti,
Ciudad de Dios. Selah
4 Yo me acordaré de Rahab y de Babilonia entre los que me conocen;
He aquí Filistea y Tiro, con Etiopía;
Este nació allá.
Y de Sion se dirá: Este y aquél han nacido en ella,
Y el Altísimo mismo la establecerá.
6 Jehová contará al inscribir a los pueblos:
Este nació allí. Selah
7 Y cantores y tañedores en ella dirán:
Todas mis fuentes están en ti.

Súplica por la liberación de la muerte
Cántico. Salmo para los hijos de Coré. Al músico principal,
para cantar sobre Mahalat. Masquil de Hemán ezraíta.







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