¡Cómo
ser ese(a) Hijo(a) que Dios quiere que seas!
¡Cambia tu forma de pensar acerca de ti mismo(a)!
Por Riqui Ricón*
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena
voluntad de Dios, agradable y perfecta (Ro 12.2).
Una de las tareas más importantes
que tienes que desarrollar como un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo es la
transformación de tu entendimiento, es decir, cambiar tu forma de pensar.
Esto es vital porque la
influencia del sistema de este mundo ha sido tan fuerte y dominante en el ser
humano que, al venir a Cristo Jesús y Nacer de Nuevo, es necesario que NO te conformes a la forma (valga la
redundancia) que como hasta ese momento tú habías sido.
Someteos, pues, a Dios;
resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se
acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble
ánimo, purificad vuestros corazones (Sgo 4.7-8).
Si tú ya piensas como piensas,
¿cómo puedes cambiar tu forma de pensar? La respuesta es sencilla, pero presta
mucha atención porque todas las fuerzas del demonio tratarán de evitar que lo
lleves acabo: ¡Sométete a la Palabra de Dios! Haz de tu lectura de la Biblia la
norma diaria de tu vida. Medita en la Palabra de Dios de día y de noche, ponla
en tu MENTE, BOCA y CORAZÓN, porque sólo el Poder y la Vida que hay en la
Biblia pueden cambiar tu forma de pensar y de hablar.
Lo que trato de enseñarte es que
tú puedes purificar tu corazón con la Palabra de Dios. La Biblia es lo único
que puede habilitarte para resistir al diablo y obligarlo a que huya de ti.
En
cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está
viciado conforme a los deseos engañosos,
y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del
nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad (Efe
4.22-24).
Esto enseña la Biblia, que es la
Palabra de Dios, y es la Verdad, que el (la) hombre (mujer) viejo(a), ese(a)
que tú eras antes de reconocer a Cristo Jesús como tu Señor y Salvador, está
viciado(a) conforme (en forma de) los deseos engañosos que en la carne tú antes
tenías. La buena noticia es que ese(a) viejo(a) hombre (mujer) ya no existe
más, quedó muerto(a) en la cruz del calvario. Sólo tienes que despojarte de él
(ella). ¡Quitártelo(a) de encima!
Porque el amor de Cristo nos
constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron;
y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino
para aquel que murió y resucitó por ellos (2 Co
5.14-15).
Sólo por el Gran Amor que Jesús
siente por ti fue posible esto; por Su muerte, por Su Sangre, tu viejo yo ha
muerto; por Su Victoria sobre la muerte, Su resurrección, ahora estás vivo(a),
¡has Nacido de Nuevo! Se te ha regalado
la Vida Eterna y esa, mi amado(a), es una Vida totalmente Nueva y diferente a
cualquier cosa que tú siquiera hayas imaginado.
En cuanto a la pasada manera
de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos
engañosos, y renovaos en
el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre,
creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad (Efe
4.22-24).
El campo de batalla en esta
guerra por instaurar el Reino de Dios en tu vida es tu mente. Si Satanás
consigue que sigas pensando como antes lo hacías, entonces, te habrá anulado
haciéndote creer que sigues siendo el (la) mismo(a).
Lo que él no sabe, porque no
puede ni quiere saberlo, es que las
armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la
destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que
se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo (2 Co
10.4-5).
No hay arma más poderosa que la espada
del Espíritu, que es la Palabra de Dios. Al leer y meditar en la Palabra de
Dios cada día, el espíritu de tu mente es renovado día a día, fortaleces tu
hombre (mujer) interior, que es el espíritu nuevo que ahora tú eres, y la fe
que vence al mundo crece dentro de ti para desalojar al miedo y al rencor,
llenándote del Amor y Poder de Dios para servir, y así, solamente así, vivirás
esa vida plena y abundante que Jesús ganó para ti.
En cuanto a la pasada manera
de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos
engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado
según Dios en la justicia y santidad de la verdad (Efe
4.22-24).
El (la) hombre (mujer) que ahora
tú eres, YA FUE creada según Dios en la justicia y santidad de la verdad. ¡Tú
no tienes que hacer nada! ¡Jesús ya lo hizo todo por ti! Tú no te puedes hacer
justo(a) a ti mismo(a). Tampoco puedes hacerte santo(a) a ti mismo(a). Sólo el
sacrificio de Amor de Cristo Jesús y la Palabra de Dios tienen el Poder y la
Autoridad suficiente para hacer de ti un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
¡Gloria a Dios por el Gran Amor con que te ha amado!
siendo renacidos, no de
simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y
permanece para siempre (1 P 1.23).
No permitas al diablo engañarte
con sus mentiras y engaños. No le permitas, bajo ninguna circunstancia, hacerte
creer que no has Nacido de Nuevo, que si hubieras Nacido de Nuevo no seguirías
siendo el (la) mismo(a) que siempre has sido.
Sea cual sea la situación por lo
cual te está diciendo eso, contéstale con la Verdad, dile en su propia cara que
tu Identidad no depende de lo que tú hayas hecho o estés haciendo sino de lo
que Cristo Jesús YA HIZO por ti.
Muéstrale que el sacrificio de
Jesús es Perfecto, completo y Acabado, y enséñale que no te dejas amedrentar
por sus engaños, ni mentiras. Muéstrale que tú has creído a Dios y eso basta
porque es la Verdad.
Dile que Dios te ama tanto que
prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti. Dile que ahora eres
un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y que haz Nacido de Nuevo no de una
simiente corruptible sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios
que vive y permanece para siempre.
Dile que tú eres santo(a),
justo(a) y perfecto(a), y que TODOS tus pecados han sido perdonados y ahora son
asunto exclusivo entre tú y tu Padre, el Todopoderoso Dios.
Te aseguro que no lo podrá
resistir, pero tienes que creer, pues al que cree todo le es posible.
Nunca se apartará de tu boca
este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que
guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces
harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
¡Cambia tu forma de pensar! Haz
de la Biblia la norma máxima de tu vida y te garantizo, sí, te garantizo, que
harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien. ¿Qué cómo puedo estar tan
seguro? ¡Facilísimo! ¡Escrito está! ¡Es Palabra de Dios! ¡Es Palabra de Honor!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, este día
quiero agradecerte por el gran Amor con que me has amado. Cristo Jesús, me
asombro cada día más y más por todo lo que has hecho por mí y en mí. Estoy
decidido(a), con Tu ayuda, Espíritu Santo, a cambiar mi forma de pensar
transformándome en el espíritu de mi mente. Sin importar las circunstancias del
momento o la forma en que hoy me siento, creo y declaro que soy ese(a) Hijo(a)
que Tú, mi Dios y Padre, siempre has deseado, justo(a), santo(a) y perfecto(a).
Lo sé porque así está escrito en Tu Palabra y esa es la Verdad. Estoy
dispuesto(a) a dejar atrás todas esas emociones y pensamientos negativos de
fracaso y de derrota. Esa vieja naturaleza nada tiene en mí, pues yo he sido
regenerado(a) en Cristo Jesús para vivir una Vida Plena y Victoriosa. Lo sé
porque lo dice la Biblia, lo creo porque es Tu Palabra de Honor y me dispongo,
con Tu ayuda, Espíritu Santo, a vivirlo. Viviré esa vida prospera, en salud,
amor, paz y gozo que Tú, oh Dios, deseas para mí. Yo, _____________ (tu nombre
aquí), soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Todo lo puedo en Cristo
que me fortalece, pues mayor es el que está en mí que el que está en el mundo y
ese eres Tú, Precioso Espíritu de Dios. No le daré lugar al diablo y a sus
mentiras en mi vida. ¡No voy a temer más! Echo fuera de mi vida toda ansiedad e
inquietud. ¡En todas las cosas soy más
que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús! ¡Ya he sido sanado(a)
por las heridas de Jesús! ¡He sido establecido(a) para reinar en esta vida por
la sangre de Jesús! No hay forma que pueda perder, pues Tú, mi Dios y Padre,
estás en mí y conmigo, y si Dios es conmigo, ¿quién contra mí? ¡Soy sano(a)!
¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy feliz! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes.
Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio
7 Ro 12 / 1 Sam
23-24 / Sal 67
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio
7 Ro 12 / 1 Sam
23-24 / Sal 67
Romanos
12
Deberes cristianos
12
1Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios,
que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios,
que es vuestro culto racional. 2No os conforméis a este siglo,
sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que
comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
3Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que
está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe
tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios
repartió a cada uno. 4Porque de la manera que en un cuerpo tenemos
muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, 5así
nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo,a y todos
miembros los unos de los otros. 6De manera que, teniendo
diferentes dones, según la gracia que nos es dada,b si el de
profecía, úsese conforme a la medida de la fe; 7o si de servicio,
en servir; o el que enseña, en la enseñanza; 8el que exhorta, en
la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud;
el que hace misericordia, con alegría.
9El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo
bueno. 10Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto
a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. 11En lo que requiere
diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor; 12gozosos
en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración; 13compartiendo
para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad.
14Bendecid a los que os persiguen;c bendecid,
y no maldigáis. 15Gozaos con los que se gozan; llorad con los que
lloran. 16Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos
con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión.d
17No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los
hombres. 18Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en
paz con todos los hombres. 19No os venguéis vosotros mismos,
amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la
venganza, yo pagaré, dice el Señor.e 20Así
que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de
beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza.f
21No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal. [1]
1
Samuel 23-24
David en el desierto
23
1Dieron aviso a David, diciendo: He aquí que los filisteos
combaten a Keila, y roban las eras. 2Y David consultó a Jehová,
diciendo: ¿Iré a atacar a estos filisteos? Y Jehová respondió a David: Ve,
ataca a los filisteos, y libra a Keila. 3Pero los que estaban con
David le dijeron: He aquí que nosotros aquí en Judá estamos con miedo; ¿cuánto
más si fuéremos a Keila contra el ejército de los filisteos? 4Entonces
David volvió a consultar a Jehová. Y Jehová le respondió y dijo: Levántate,
desciende a Keila, pues yo entregaré en tus manos a los filisteos. 5Fue,
pues, David con sus hombres a Keila, y peleó contra los filisteos, se llevó sus
ganados, y les causó una gran derrota; y libró David a los de Keila.
6Y aconteció que cuando Abiatar hijo de Ahimelec huyó
siguiendo a David a Keila, descendió con el efod en su mano. 7Y
fue dado aviso a Saúl que David había venido a Keila. Entonces dijo Saúl: Dios
lo ha entregado en mi mano, pues se ha encerrado entrando en ciudad con puertas
y cerraduras. 8Y convocó Saúl a todo el pueblo a la batalla para
descender a Keila, y poner sitio a David y a sus hombres. 9Mas
entendiendo David que Saúl ideaba el mal contra él, dijo a Abiatar sacerdote:
Trae el efod. 10Y dijo David: Jehová Dios de Israel, tu siervo
tiene entendido que Saúl trata de venir contra Keila, a destruir la ciudad por
causa mía. 11¿Me entregarán los vecinos de Keila en sus manos?
¿Descenderá Saúl, como ha oído tu siervo? Jehová Dios de Israel, te ruego que
lo declares a tu siervo. Y Jehová dijo: Sí, descenderá. 12Dijo
luego David: ¿Me entregarán los vecinos de Keila a mí y a mis hombres en manos
de Saúl? Y Jehová respondió: Os entregarán. 13David entonces se
levantó con sus hombres, que eran como seiscientos, y salieron de Keila, y
anduvieron de un lugar a otro. Y vino a Saúl la nueva de que David se había
escapado de Keila, y desistió de salir. 14Y David se quedó en el
desierto en lugares fuertes, y habitaba en un monte en el desierto de Zif; y lo
buscaba Saúl todos los días, pero Dios no lo entregó en sus manos.
15Viendo, pues, David que Saúl había salido en busca de su
vida, se estuvo en Hores, en el desierto de Zif. 16Entonces se
levantó Jonatán hijo de Saúl y vino a David a Hores, y fortaleció su mano en
Dios. 17Y le dijo: No temas, pues no te hallará la mano de Saúl mi
padre, y tú reinarás sobre Israel, y yo seré segundo después de ti; y aun Saúl
mi padre así lo sabe. 18Y ambos hicieron pacto delante de Jehová;a
y David se quedó en Hores, y Jonatán se volvió a su casa.
19Después subieron los de Zif para decirle a Saúl en Gabaa:
¿No está David escondido en nuestra tierra en las peñas de Hores, en el collado
de Haquila, que está al sur del desierto?b 20Por
tanto, rey, desciende pronto ahora, conforme a tu deseo, y nosotros lo
entregaremos en la mano del rey. 21Y Saúl dijo: Benditos seáis
vosotros de Jehová, que habéis tenido compasión de mí. 22Id, pues,
ahora, aseguraos más, conoced y ved el lugar de su escondite, y quién lo haya
visto allí; porque se me ha dicho que él es astuto en gran manera. 23Observad,
pues, e informaos de todos los escondrijos donde se oculta, y volved a mí con
información segura, y yo iré con vosotros; y si él estuviere en la tierra, yo
le buscaré entre todos los millares de Judá. 24Y ellos se
levantaron, y se fueron a Zif delante de Saúl.
Pero David y su gente estaban en el desierto de Maón, en el Arabá al sur
del desierto. 25Y se fue Saúl con su gente a buscarlo; pero fue
dado aviso a David, y descendió a la peña, y se quedó en el desierto de Maón.
Cuando Saúl oyó esto, siguió a David al desierto de Maón. 26Y Saúl
iba por un lado del monte, y David con sus hombres por el otro lado del monte,
y se daba prisa David para escapar de Saúl; mas Saúl y sus hombres habían
encerrado a David y a su gente para capturarlos. 27Entonces vino
un mensajero a Saúl, diciendo: Ven luego, porque los filisteos han hecho una
irrupción en el país. 28Volvió, por tanto, Saúl de perseguir a
David, y partió contra los filisteos. Por esta causa pusieron a aquel lugar por
nombre Sela-hama-lecot.3 29Entonces
David subió de allí y habitó en los lugares fuertes de En-gadi.
David perdona la vida a Saúl en En-gadi
24
1Cuando Saúl volvió de perseguir a los filisteos, le dieron
aviso, diciendo: He aquí David está en el desierto de En-gadi. 2Y
tomando Saúl tres mil hombres escogidos de todo Israel, fue en busca de David y
de sus hombres, por las cumbres de los peñascos de las cabras monteses. 3Y
cuando llegó a un redil de ovejas en el camino, donde había una cueva, entró
Saúl en ella para cubrir sus pies; y David y sus hombres estaban sentados en
los rincones de la cueva.a 4Entonces los
hombres de David le dijeron: He aquí el día de que te dijo Jehová: He aquí que
entrego a tu enemigo en tu mano, y harás con él como te pareciere. Y se levantó
David, y calladamente cortó la orilla del manto de Saúl. 5Después
de esto se turbó el corazón de David, porque había cortado la orilla del manto
de Saúl. 6Y dijo a sus hombres: Jehová me guarde de hacer tal cosa
contra mi señor, el ungido de Jehová, que yo extienda mi mano contra él; porque
es el ungido de Jehová. 7Así reprimió David a sus hombres con palabras,
y no les permitió que se levantasen contra Saúl. Y Saúl, saliendo de la cueva,
siguió su camino.
8También David se levantó después, y saliendo de la cueva
dio voces detrás de Saúl, diciendo: ¡Mi señor el rey! Y cuando Saúl miró hacia
atrás, David inclinó su rostro a tierra, e hizo reverencia. 9Y
dijo David a Saúl: ¿Por qué oyes las palabras de los que dicen: Mira que David
procura tu mal? 10He aquí han visto hoy tus ojos cómo Jehová te ha
puesto hoy en mis manos en la cueva; y me dijeron que te matase, pero te
perdoné, porque dije: No extenderé mi mano contra mi señor, porque es el ungido
de Jehová. 11Y mira, padre mío, mira la orilla de tu manto en mi
mano; porque yo corté la orilla de tu manto, y no te maté. Conoce, pues, y ve
que no hay mal ni traición en mi mano, ni he pecado contra ti; sin embargo, tú
andas a caza de mi vida para quitármela. 12Juzgue Jehová entre tú
y yo, y véngueme de ti Jehová; pero mi mano no será contra ti. 13Como
dice el proverbio de los antiguos: De los impíos saldrá la impiedad; así que mi
mano no será contra ti. 14¿Tras quién ha salido el rey de Israel?
¿A quién persigues? ¿A un perro muerto? ¿A una pulga? 15Jehová,
pues, será juez, y él juzgará entre tú y yo. El vea y sustente mi causa, y me
defienda de tu mano.
16Y aconteció que cuando David acabó de decir estas
palabras a Saúl, Saúl dijo: ¿No es esta la voz tuya, hijo mío David? Y alzó
Saúl su voz y lloró, 17y dijo a David: Más justo eres tú que yo,
que me has pagado con bien, habiéndote yo pagado con mal. 18Tú has
mostrado hoy que has hecho conmigo bien; pues no me has dado muerte, habiéndome
entregado Jehová en tu mano. 19Porque ¿quién hallará a su enemigo,
y lo dejará ir sano y salvo? Jehová te pague con bien por lo que en este día
has hecho conmigo. 20Y ahora, como yo entiendo que tú has de
reinar, y que el reino de Israel ha de ser en tu mano firme y estable, 21júrame,
pues, ahora por Jehová, que no destruirás mi descendencia después de mí, ni
borrarás mi nombre de la casa de mi padre. 22Entonces David juró a
Saúl. Y se fue Saúl a su casa, y David y sus hombres subieron al lugar fuerte. [2]
Salmos 67
Exhortación a las naciones, para que alaben a Dios
Al músico principal; en Neginot. Salmo. Cántico.
1 Dios tenga
misericordia de nosotros, y nos bendiga;
Haga resplandecer su rostro
sobre nosotros;
Selah
2 Para que
sea conocido en la tierra tu camino,
En todas las naciones tu
salvación.
3 Te alaben
los pueblos, oh Dios;
Todos los pueblos te alaben.
4 Alégrense y
gócense las naciones,
Porque juzgarás los pueblos
con equidad,
Y pastorearás las naciones en
la tierra.
Selah
5 Te alaben
los pueblos, oh Dios;
Todos los pueblos te alaben.
6 La tierra
dará su fruto;
Nos bendecirá Dios, el Dios
nuestro.
7 Bendíganos
Dios,
Y témanlo todos los términos
de la tierra. [3]
a a 12.4–5: 1 Co. 12.12.
b b 12.6–8: 1 Co. 12.4–11.
c c 12.14: Lc. 6.28.
d d 12.16: Pr. 3.7.
e e 12.19: Dt. 32.35.
f f 12.20: Pr. 25.21–22.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Ro 11.36-12.21). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 23.18: 1 S. 18.3.
b b 23.19: Sal. 54 tít.
3 Esto es, Peña de las divisiones.
a a 24.3: Sal. 57. tít.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (1 Sm 22.23-24.22). Miami: Sociedades
Bı́blicas Unidas.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Sal 66.20-67.7). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio
7 Ro 12 / 1 Sam
23-24 / Sal 67
Romanos
12
Deberes cristianos
12
1Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios,
que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios,
que es vuestro culto racional. 2No os conforméis a este siglo,
sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que
comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
3Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que
está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe
tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios
repartió a cada uno. 4Porque de la manera que en un cuerpo tenemos
muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, 5así
nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo,a y todos
miembros los unos de los otros. 6De manera que, teniendo
diferentes dones, según la gracia que nos es dada,b si el de
profecía, úsese conforme a la medida de la fe; 7o si de servicio,
en servir; o el que enseña, en la enseñanza; 8el que exhorta, en
la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud;
el que hace misericordia, con alegría.
9El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo
bueno. 10Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto
a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. 11En lo que requiere
diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor; 12gozosos
en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración; 13compartiendo
para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad.
14Bendecid a los que os persiguen;c bendecid,
y no maldigáis. 15Gozaos con los que se gozan; llorad con los que
lloran. 16Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos
con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión.d
17No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los
hombres. 18Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en
paz con todos los hombres. 19No os venguéis vosotros mismos,
amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la
venganza, yo pagaré, dice el Señor.e 20Así
que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de
beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza.f
21No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal. [1]
1
Samuel 23-24
David en el desierto
23
1Dieron aviso a David, diciendo: He aquí que los filisteos
combaten a Keila, y roban las eras. 2Y David consultó a Jehová,
diciendo: ¿Iré a atacar a estos filisteos? Y Jehová respondió a David: Ve,
ataca a los filisteos, y libra a Keila. 3Pero los que estaban con
David le dijeron: He aquí que nosotros aquí en Judá estamos con miedo; ¿cuánto
más si fuéremos a Keila contra el ejército de los filisteos? 4Entonces
David volvió a consultar a Jehová. Y Jehová le respondió y dijo: Levántate,
desciende a Keila, pues yo entregaré en tus manos a los filisteos. 5Fue,
pues, David con sus hombres a Keila, y peleó contra los filisteos, se llevó sus
ganados, y les causó una gran derrota; y libró David a los de Keila.
6Y aconteció que cuando Abiatar hijo de Ahimelec huyó
siguiendo a David a Keila, descendió con el efod en su mano. 7Y
fue dado aviso a Saúl que David había venido a Keila. Entonces dijo Saúl: Dios
lo ha entregado en mi mano, pues se ha encerrado entrando en ciudad con puertas
y cerraduras. 8Y convocó Saúl a todo el pueblo a la batalla para
descender a Keila, y poner sitio a David y a sus hombres. 9Mas
entendiendo David que Saúl ideaba el mal contra él, dijo a Abiatar sacerdote:
Trae el efod. 10Y dijo David: Jehová Dios de Israel, tu siervo
tiene entendido que Saúl trata de venir contra Keila, a destruir la ciudad por
causa mía. 11¿Me entregarán los vecinos de Keila en sus manos?
¿Descenderá Saúl, como ha oído tu siervo? Jehová Dios de Israel, te ruego que
lo declares a tu siervo. Y Jehová dijo: Sí, descenderá. 12Dijo
luego David: ¿Me entregarán los vecinos de Keila a mí y a mis hombres en manos
de Saúl? Y Jehová respondió: Os entregarán. 13David entonces se
levantó con sus hombres, que eran como seiscientos, y salieron de Keila, y
anduvieron de un lugar a otro. Y vino a Saúl la nueva de que David se había
escapado de Keila, y desistió de salir. 14Y David se quedó en el
desierto en lugares fuertes, y habitaba en un monte en el desierto de Zif; y lo
buscaba Saúl todos los días, pero Dios no lo entregó en sus manos.
15Viendo, pues, David que Saúl había salido en busca de su
vida, se estuvo en Hores, en el desierto de Zif. 16Entonces se
levantó Jonatán hijo de Saúl y vino a David a Hores, y fortaleció su mano en
Dios. 17Y le dijo: No temas, pues no te hallará la mano de Saúl mi
padre, y tú reinarás sobre Israel, y yo seré segundo después de ti; y aun Saúl
mi padre así lo sabe. 18Y ambos hicieron pacto delante de Jehová;a
y David se quedó en Hores, y Jonatán se volvió a su casa.
19Después subieron los de Zif para decirle a Saúl en Gabaa:
¿No está David escondido en nuestra tierra en las peñas de Hores, en el collado
de Haquila, que está al sur del desierto?b 20Por
tanto, rey, desciende pronto ahora, conforme a tu deseo, y nosotros lo
entregaremos en la mano del rey. 21Y Saúl dijo: Benditos seáis
vosotros de Jehová, que habéis tenido compasión de mí. 22Id, pues,
ahora, aseguraos más, conoced y ved el lugar de su escondite, y quién lo haya
visto allí; porque se me ha dicho que él es astuto en gran manera. 23Observad,
pues, e informaos de todos los escondrijos donde se oculta, y volved a mí con
información segura, y yo iré con vosotros; y si él estuviere en la tierra, yo
le buscaré entre todos los millares de Judá. 24Y ellos se
levantaron, y se fueron a Zif delante de Saúl.
Pero David y su gente estaban en el desierto de Maón, en el Arabá al sur
del desierto. 25Y se fue Saúl con su gente a buscarlo; pero fue
dado aviso a David, y descendió a la peña, y se quedó en el desierto de Maón.
Cuando Saúl oyó esto, siguió a David al desierto de Maón. 26Y Saúl
iba por un lado del monte, y David con sus hombres por el otro lado del monte,
y se daba prisa David para escapar de Saúl; mas Saúl y sus hombres habían
encerrado a David y a su gente para capturarlos. 27Entonces vino
un mensajero a Saúl, diciendo: Ven luego, porque los filisteos han hecho una
irrupción en el país. 28Volvió, por tanto, Saúl de perseguir a
David, y partió contra los filisteos. Por esta causa pusieron a aquel lugar por
nombre Sela-hama-lecot.3 29Entonces
David subió de allí y habitó en los lugares fuertes de En-gadi.
David perdona la vida a Saúl en En-gadi
24
1Cuando Saúl volvió de perseguir a los filisteos, le dieron
aviso, diciendo: He aquí David está en el desierto de En-gadi. 2Y
tomando Saúl tres mil hombres escogidos de todo Israel, fue en busca de David y
de sus hombres, por las cumbres de los peñascos de las cabras monteses. 3Y
cuando llegó a un redil de ovejas en el camino, donde había una cueva, entró
Saúl en ella para cubrir sus pies; y David y sus hombres estaban sentados en
los rincones de la cueva.a 4Entonces los
hombres de David le dijeron: He aquí el día de que te dijo Jehová: He aquí que
entrego a tu enemigo en tu mano, y harás con él como te pareciere. Y se levantó
David, y calladamente cortó la orilla del manto de Saúl. 5Después
de esto se turbó el corazón de David, porque había cortado la orilla del manto
de Saúl. 6Y dijo a sus hombres: Jehová me guarde de hacer tal cosa
contra mi señor, el ungido de Jehová, que yo extienda mi mano contra él; porque
es el ungido de Jehová. 7Así reprimió David a sus hombres con palabras,
y no les permitió que se levantasen contra Saúl. Y Saúl, saliendo de la cueva,
siguió su camino.
8También David se levantó después, y saliendo de la cueva
dio voces detrás de Saúl, diciendo: ¡Mi señor el rey! Y cuando Saúl miró hacia
atrás, David inclinó su rostro a tierra, e hizo reverencia. 9Y
dijo David a Saúl: ¿Por qué oyes las palabras de los que dicen: Mira que David
procura tu mal? 10He aquí han visto hoy tus ojos cómo Jehová te ha
puesto hoy en mis manos en la cueva; y me dijeron que te matase, pero te
perdoné, porque dije: No extenderé mi mano contra mi señor, porque es el ungido
de Jehová. 11Y mira, padre mío, mira la orilla de tu manto en mi
mano; porque yo corté la orilla de tu manto, y no te maté. Conoce, pues, y ve
que no hay mal ni traición en mi mano, ni he pecado contra ti; sin embargo, tú
andas a caza de mi vida para quitármela. 12Juzgue Jehová entre tú
y yo, y véngueme de ti Jehová; pero mi mano no será contra ti. 13Como
dice el proverbio de los antiguos: De los impíos saldrá la impiedad; así que mi
mano no será contra ti. 14¿Tras quién ha salido el rey de Israel?
¿A quién persigues? ¿A un perro muerto? ¿A una pulga? 15Jehová,
pues, será juez, y él juzgará entre tú y yo. El vea y sustente mi causa, y me
defienda de tu mano.
16Y aconteció que cuando David acabó de decir estas
palabras a Saúl, Saúl dijo: ¿No es esta la voz tuya, hijo mío David? Y alzó
Saúl su voz y lloró, 17y dijo a David: Más justo eres tú que yo,
que me has pagado con bien, habiéndote yo pagado con mal. 18Tú has
mostrado hoy que has hecho conmigo bien; pues no me has dado muerte, habiéndome
entregado Jehová en tu mano. 19Porque ¿quién hallará a su enemigo,
y lo dejará ir sano y salvo? Jehová te pague con bien por lo que en este día
has hecho conmigo. 20Y ahora, como yo entiendo que tú has de
reinar, y que el reino de Israel ha de ser en tu mano firme y estable, 21júrame,
pues, ahora por Jehová, que no destruirás mi descendencia después de mí, ni
borrarás mi nombre de la casa de mi padre. 22Entonces David juró a
Saúl. Y se fue Saúl a su casa, y David y sus hombres subieron al lugar fuerte. [2]
Salmos 67
Exhortación a las naciones, para que alaben a Dios
Al músico principal; en Neginot. Salmo. Cántico.
1 Dios tenga
misericordia de nosotros, y nos bendiga;
Haga resplandecer su rostro
sobre nosotros;
Selah
2 Para que
sea conocido en la tierra tu camino,
En todas las naciones tu
salvación.
3 Te alaben
los pueblos, oh Dios;
Todos los pueblos te alaben.
4 Alégrense y
gócense las naciones,
Porque juzgarás los pueblos
con equidad,
Y pastorearás las naciones en
la tierra.
Selah
5 Te alaben
los pueblos, oh Dios;
Todos los pueblos te alaben.
6 La tierra
dará su fruto;
Nos bendecirá Dios, el Dios
nuestro.
7 Bendíganos
Dios,
Y témanlo todos los términos
de la tierra. [3]
a a 12.4–5: 1 Co. 12.12.
b b 12.6–8: 1 Co. 12.4–11.
c c 12.14: Lc. 6.28.
d d 12.16: Pr. 3.7.
e e 12.19: Dt. 32.35.
f f 12.20: Pr. 25.21–22.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Ro 11.36-12.21). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 23.18: 1 S. 18.3.
b b 23.19: Sal. 54 tít.
3 Esto es, Peña de las divisiones.
a a 24.3: Sal. 57. tít.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (1 Sm 22.23-24.22). Miami: Sociedades
Bı́blicas Unidas.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Sal 66.20-67.7). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
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